Esperanza con la Bandera
Encontré tesoros en la basura, tesoros y cáscaras de huevo de colores, y manzanas a medio comer, y los restos de las cosas que se destruyen, encontré animales muertos devorados por los gusanos, encontré collares y zapatos, encontré la ropa que ya no nos podemos poner porque no nos queda y las costuras cederían al primer intento, encontré viscosidades amarillas y rosadas, lo que no nos pudimos llevar, encontré un espacio grande para jugar contigo, envases vacíos, papeles manchados, encontré lo que no quisimos dentro del cuerpo y todo lo que nos hicieron comer. La basura es el camino mas fácil para desaparecer, te cubre la transparencia, te envuelve el anonimato, como basura cometí mis primeros crímenes, te los conté, porque los niños tienen prohibido besarse entre sí, hay espacios prohibidos para los niños, debajo de la cama es uno de esos lugares, detrás de las puertas, la piscina que se convirtió en basurero, sobre las rayas de la baldosa, sobre tu cadera, debajo de el cielo, detrás de los casilleros, entre las mesas de clase, debajo de la cama de tu mamá, de tu hermana, de tus perros, sobre el techo de nuestras casas, debajo de las alfombras, detrás de las cortinas, la oscuridad de mi pieza, la selva que se construía con los árboles cortados en invierno, detrás de los postes de la luz, de las panderetas llenas de arañas y vidrios picados que nos hacían sangrar.
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No sabes que comprábamos hilo curado sólo para amarrarnos con el desnudos y sangrarnos hasta que se nos fuera la pena, que de tanto tirantear se nos ponían las manos rojas y terminábamos chupándonos apurados los dedos, entre todos, manchándonos la boca, para que termine de escurrir la herida y mantener el volantín en el cielo, bien alto, hasta que nos fuéramos cortados.
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Yogurt
No alcanzo a ver qué cocinan sobre la mesa y me estiro hasta que se siente la tirantez de mis tendones desde el talón a la rodilla. Desde acá sólo hay pelusas y polvo acumulado que se mueve cuando ellas laboriosas soplan con sus escobas y me rasguñan con las cerdas plásticas. Desde abajo se ve que ninguna se ha pintado las uñas de los pies este domingo, que se caen los pedazos de carne al suelo y las moscas se pelean por conseguir un poco y se trizan y se empujan y se enredan sobre la humedad de la carne y chupan hasta que se van volando, desde abajo nadie nos ve cuando no sabemos cómo empezar y terminamos con las manos embarradas de pura tentación, quiero lamer la tapa y comerme lo que queda en el pote con los dedos, quiero que me digas que tengo blanca la esquina de la boca y que me la limpies con tu lengüita con gusto a minipep, un besito con sabor a yogurt repartido por donde no se debe, una promesa a largo plazo, nadie mira detrás del mantel, hemos encontrado una trinchera, una casa club nuestra para empezar con el amor.
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Somos nosotros, los que se trituraban la lengua chupando las paletas de la batidora, los que llenaban de sangre los utensilios de cocina, pidiendo perdón, con la boca colorada, nosotros tus orejas y mis pecas, colgados del camión de gas para prenderle fuego a las calles vecinales, nosotros, el futuro de chile, tu y yo, tus manos bonitas y mi nariz sangrentaria, chocándonos para alejarnos, como los tirachitos más lindos que pudimos encontrar en la cotona manchada de plasticina.
Rodrigo Ortega: Esta cursando cuarto medio, y escribe poesía en la carnicería punk desde hace 2 años. Ha publicado en "Violentista" (2011). Y participado en los Talleres literarios de Andrea Ocampo y Diego Ramírez. "Salibario", es su primer libro en la Editorial Independiente Moda y Pueblo.
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