Querido hijo,
Un día vas a nacer, saldrás de mis entrañas y conocerás este mundo que antes no te he querido mostrar. Se supone que cuando esto suceda yo seré la mujer resuelta y serena que aspiro llegar a ser.
Si llegases antes que eso pase, antes que yo, tu madre, resuelva los traumas pendientes, los dolores guardados, los miedos que inmovilizan, tendré que pedirte que en tu crecer me comprendas.
Seguramente me habrá pillado el reloj biológico o ya no me aguantaba más de esperarte. Y esto último es probablemente lo que pasará. Y lo que venga después de eso será absolutamente predecible: tendrás mal carácter y serás retraído, culposo, rebelde.
Buscarás siempre cosas que no vas a encontrar, porfiarás, llorarás y te reirás con la misma intensidad.
Me admirarás, maldecirás, compadecerás; en ese orden. No te voy a entender, te aburriré con mi intolerancia, con mi moral en desuso, siempre te diré que es por tu bien, que eres muy joven. No me hagas caso. Que no te importe mi moral ridícula, que no te aten mis complejos, no hagas tuyas mis frustraciones, aunque lo que te diga pareciera sonar bien, duda, duda siempre.
Es lo único que puedo decirte ahora, en un breve instante de lucidez maternal, en donde tú aún no llegas y todo es una proyección artificial de anhelos de madre omnipresente.
Un día vas a nacer, saldrás de mis entrañas y conocerás este mundo que antes no te he querido mostrar. Se supone que cuando esto suceda yo seré la mujer resuelta y serena que aspiro llegar a ser.
Si llegases antes que eso pase, antes que yo, tu madre, resuelva los traumas pendientes, los dolores guardados, los miedos que inmovilizan, tendré que pedirte que en tu crecer me comprendas.
Seguramente me habrá pillado el reloj biológico o ya no me aguantaba más de esperarte. Y esto último es probablemente lo que pasará. Y lo que venga después de eso será absolutamente predecible: tendrás mal carácter y serás retraído, culposo, rebelde.
Buscarás siempre cosas que no vas a encontrar, porfiarás, llorarás y te reirás con la misma intensidad.
Me admirarás, maldecirás, compadecerás; en ese orden. No te voy a entender, te aburriré con mi intolerancia, con mi moral en desuso, siempre te diré que es por tu bien, que eres muy joven. No me hagas caso. Que no te importe mi moral ridícula, que no te aten mis complejos, no hagas tuyas mis frustraciones, aunque lo que te diga pareciera sonar bien, duda, duda siempre.
Es lo único que puedo decirte ahora, en un breve instante de lucidez maternal, en donde tú aún no llegas y todo es una proyección artificial de anhelos de madre omnipresente.
Tu madre
No hay comentarios:
Publicar un comentario