Carnicería punk: es un centro cultural independiente, una carnicería de barrio inserta dentro de unos block social en pleno Santiago centro, que ha sido intervenida sin modificar su estética de carnicería, para realizar los talleres literarios, presentación, lanzamientos de libros, lecturas poéticas, etc.

Editorial Moda y Pueblo: somos una editorial independiente, trabajamos a partir de la fotocopia y corchetera; ediciones limitadas y enumeradas que buscan ser vendidas a bajo precio y rescatar el concepto estético de fetiche del libro por medio de diseños de libros objetos, es decir reivindicar desde la cita comercial, al libro como un objeto único de arte, inclasificable e inencontrable.

viernes, 6 de marzo de 2009

Mi país distante / por Oscar Hurtado


ABUELO QUERIDO, en la comuna de San Miguel los adultos mueren más jóvenes que en el resto de la ciudad y quizás también que en el resto del país y quizás también que en el resto del continente. Desde entonces cuando los hombres crecen deben acostumbrarse a las calle de Gran Avenida 3204, al pasaje, a la esquina, a tu nueva casa, la rotonda, el suelo. Comienzan a hospedarse en edificios dominados por el paisaje, dominados por las personas que la transitan, por la salida o entrada del metro que esta a un par de pasos de allí. Entrada si se es extranjero, salida si se es cobarde. Estás en edificios donde los cuartos tienen más de una cama y elige el blanco como el color preciso para reconocerse, para quedarse. Desde allí asistes en los días de invierno, porque son en los días de invierno donde es más fácil verlo morir que defendiendo el pedacito de biografía que le tocó defender. Desde allí se mueren los hombres y no me da miedo escribir sobre eso si no es ahí donde vivo. Si viviera ahí no lo escribiría, seguramente lo evitaría, me haría de amigos que eviten de conversar el tema, de amigos que se entretengan viendo los carteles pegados por la ciudad, colgados de los cables del tendido eléctrico mientras están en los paraderos esperando la micro y viendo como los focos de una plaza mal iluminada comienza poco a poco a escupir sus noches. Personas que eviten reconocerse como usted lo debe estar haciendo ahora con sus nuevos convivientes en esta temporada en la condenación. Yo prefiero esperar noticias sobre usted en una comuna un poco más lejana, no tanto para incrementar el olvido pero sí lo suficiente para no tener que asumir la tragedia que nos toca vivir. Prefiero esperar noticias suyas en una plaza que quede a metros de su nueva cama, de su nuevo cuarto, de sus nuevos convivientes, de su nuevo mueble en donde instalará los libros y las revistas que les lleven sus hijos en los horarios de visita para que no se aburra, para que el tedio no se quede con usted y lo haga pensar en los hombres dañados de este lugar. Por mi parte, prefiero esperarlo en la plaza contigua y no tener que crecer, no tener que habituarme a tratar con gente como usted, con gente que tiene internada a su madre en el hospital de infecciosos o con gente que tiene a sus hijos creciendo esperando a que se hagan hombres como su único destino posible. Yo prefiero esperarlo en la plaza solo. Quedarme a jugar en los columpios sin nadie que me tire desde la espalda, sin nadie que me impulse desde atrás hacia delante, desde atrás hacia delante como lo verdaderos niños que andan creciendo en las plazas de la ciudad. Yo prefiero quedarme solo, aprender a tensionar mis piernas y darme un espasmo que me haga alternar el cielo y el infierno sin esperar que nadie venga a hacerlo por mí desde mi espalda. No quiero jugar y asegurarme con eso la muerte. No quiero hacerlo en la comuna donde los adultos mueren más jóvenes que en el resto de las comunas, más que en las Conde, más que en Ñuñoa más que en La Reina más que en Providencia más que Vitacura y que Lo Barnechea y mucho más que en Santiago. No quiero hacerlo en donde la calle de Gran Avenida es eterna y en donde los infiernos que hemos tenido que ver son todos lluviosos. Porque aquí los infiernos se inundan, aquí los infiernos son azules sobre un mal dibujito infantil cuando en verdad son grises cuando están cerca del cielo. Agripan a la gente, anegan calles, anegan pasillos, anegan baldes con goteras, hospitales con gente, casas con gente, basurales con perros, rejas con barro. Aquí no hay playas, abuelo querido, pero todo está tan sumergido debajo del mar en este infierno: El techo, las tuberías, las veredas, las personas, los cines, los autos, los negocios. Las plazas y los portones, los papeles y los semáforos. Buses, umbrales, árboles, puertas y gatos. Por eso no quiero acostumbrarme a visitarlo de 5 a 6. Por eso entendería que usted se muriera un día viernes y que nosotros nos enteremos un día lunes porque en el fin de semana no hay derecho a las visitas. Por eso no quiero ir a visitarlo y espero que me perdone algún día por mi cobardía. Eres mi país distante, el lugar donde la piel se me contrae facilísima en los infiernos más lluviosos de la ciudad. El cielo de estos infiernos se ha empecinado con nosotros, abuelo mío, y por ello nos han distanciado. Perdón ¿le dije que era culpa de los infiernos lluviosos de esta ciudad? No, No, Quise decir que era culpa de los inviernos lluviosos que esta comuna nos regala.

No hay comentarios: